Oniria en la Niebla

Por Mar Martínez Leonard

—¡Buenos días, cariño! Hay café en la cafetera.

Mario posa sobre la mesa unos alicates que porta en su mano derecha y toma un sorbo de la taza bajo el colador. La taza golpea el mármol.

—Lo has hecho mal, Diana. ¡Salió frío!

La cancela se cierra de un golpe. Diana vacía el colador y lo llena de café molido fresco, luego prepara otra taza caliente. 

Esta vez Mario regresa antes de que el café se enfríe y lleva a su escritorio la taza que Diana ha preparado. Como cada mañana desde hace un año, prende la televisión. Es temprano todavía y Diana se tumba en el sofá. El eco gris del noticiero de las 8:00 a.m. se va extinguiendo entre lágrimas y voces dispersas que se elevan hasta la mesa.

La cabeza de Diana se va hundiendo en el brazo casi plano del sofá. Tras la ventana, la niebla tizna de gris las flores ambarinas. La mirada de Diana está clavada en el techo mientras su fantasía recrea largas caminatas junto al mar.

—Voy a salir a dar un paseo —informa solemne Mario.

—Pero, no se ve nada.

—Precisamente por eso. Quiero ver la niebla.          

—¿Voy contigo?

—¡No! Quédate aquí. No voy a esperar a que te vistas. Adiós, salgo. 

Diana cierra el libro que le ha recomendado su instructor de la academia y se deja caer un poco más en el sofá. El tedio de la mañana nublada y el claroscuro bajo el tragaluz han vencido su ánimo antes de vestirse.

Suena esa canción de Patti Smith que configuró como sonido de alarma: “Hay una ciudad al norte de Ontario… Ventanas azules, azules bajo las estrellas…” Diana imagina ahora que flota en una de las nubes afuera y que abajo hay una playa donde las olas rompen suavemente en la arena.

El timbre de la melodía envuelve toda la sala: “Luna amarilla en ascenso, grandes pájaros cruzan el cielo volando, arrojando sombras en tus ojos…” Las guitarras nostálgicas y casi místicas le resultan relajantes: “Nos dejan desamparados, desamparados, desamparados”.

La espalda de Diana se va hundiendo progresivamente en el sofá, su cuerpo está lleno de música. De repente, los puños de Margot percuten violentamente sobre la puerta:

—¡Diana! ¡Diana! ¡Dianaa! ¡Tu alarma ha sonado dos veces!

Diana despierta sobresaltada y extiende la mano hasta apagar el despertador. Después oye los pasos de Margot alejarse por el pasillo hasta su departamento. Recuerda ahora que Mario ha salido a dar un paseo hace un rato y lo imagina deambulando entre gotitas de agua en suspensión. Si bien falta mucho para la hora del toque de queda, la sensación de pavor parece flotar todo el día entre las casas.

Desde lo más profundo de su conciencia surgen dudas sobre muchas cosas. Hasta duda de la realidad misma. ¿Habrá sido la conversación con Mario un sueño? Diana se incorpora desde el sofá en dirección al cuarto y comprueba que Mario no está.

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Imagen de http://www.freepik.es, Mujer en la montaña con niebla.


Génesis

Por Luis Alberto Ramírez Barraza

«… las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas» Génesis

.

¿Cuánto tiempo?…

el necesario,

el inmenso, el tiempo infinito.

Preparado con tesón

pedazo de universo

eterno para el pensamiento

recibes a la criatura

frágil, como hierba que nace

crece y se seca

y vuelve alimentar a la madre

que le dio la vida.

.

Estás ahí indefenso

ante el sol quemante

ante el inclemente poncho blanco

que abraza y congela,

las bestias

te ven como alimento

como enemigo.

Caminos de pies mancillados

búsqueda del sustento

día tras día

hambriento insaciable.

.

Rupestre, antiguo

ante el reto de conquistar tu lengua

y expresar lo que ves

figuras de nubes

tierra y agua.

Buscas aliados

y encuentras enemigos

buscas la vida y encuentras la muerte

plasmas en la roca, en la tierra

lo que pasa, lo que te pasa.

Inventas credos

amas los astros de la noche y el día

te postras ante las criaturas

ofreces sacrificios, tu alma

a algo que no entiendes

el coyote te ve

el lobo te ve

y no entiendes

las estrellas pasan por tu cabeza

y no entiendes

el frio, el aire que te abrazan

y no entiendes

¡humilde creatura!

Eres espectador

eres protagonista

pero no lo sabes

quieres conocer

creas oráculos

videntes, pitonisas,

¡qué lejos de la verdad!

¡qué cerca de ti mismo!

.

Vas a la conquista

de reinos ancestrales

llenas tus alacenas

de espadas, grilletes, esclavos

mapas, territorios…

robas y matas

te matan y te roban

todo queda ahí

como testigos

que callados hablan

de la grandeza, tu grandeza

de tus sueños de grandeza.

.

Hombres en caballos de acero

con fusiles que escupen muerte

cruzas océanos

de sirenas y tritones

llegas a playas vírgenes

de pies cubiertos de espuelas.

exploras bosques y selvas

con sus duendes y faunos

imaginarios todos

enredaderas de dientes afilados

y venenos mortales

plantas de exquisita belleza

que enardecen el paladar

traficas pieles vivas de ébano

diamantes bañados con oro sangrante

hombres expectantes

ansiosos de dioses que los liberen

de la sangre derramada.

Fusión de lenguas

de cuerpos y credos

engendran una nueva estirpe

con sus goces y sus júbilos

ritos y dioses

vicios y bríos

látigos y arados

ruedas y guitarras

brebajes y hierbas.

Nuevas razas

con sus ignorancias y sueños

protagonistas y antagonistas

historias -contadas por los vencedores-

que crean próceres y tiranos

monumentos que se erigen al amanecer

y se pisotean al caer la tarde.

.

Ahora eres dueño de tierras, vidas

soles, estrellas…

anhelas conquistar el tiempo, el espacio y la materia

Pero te limita el tiempo, el espacio y la   materia.

Grandes ruedas  y engranes

llevan el progreso a cuestas

antenas y ondas invisibles

transportan toneladas de conocimiento

metidos en diminutas cápsulas

que hoy son y mañana se tiran.

Voluntad líquida

ideas líquidas

te guías por la razón

te crees Dios en potencia

-autoengaño líquido-

.

Hoy nada es lo que parece

sino lo que piensas, sientes…

-insondable mentira-

turbas de ciegos

así nacieron

los ciegos engendran ciegos

líderes que hablan de realidades y soluciones

de ciegos.

……………………….

Noviembre 2019


Madre

Por Galileo Contreras Alcázar

Este es tu tiempo madre

el cuidado de tus flores

tu jardín que verdea

también somos nosotros

producto de tu agua

concreción de tus dolores

preocupaciones y angustias

somos tus hijos

tu jardín

y a veces una que otra

rama fracturada.

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Fotografía de javippm@gmail.com

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El azote del hambre

Por ANTONIO ARJONA

Mi hija Silvia, mi hijo Daniel y yo elevamos sueños hasta la luz del sol para construir con ellos nuestro hogar. Despertamos, y la realidad nos da un buen vaso de mala leche. Esta tarde, mientras escarbaba en uno de los contenedores que nos suministra el menú diario, Silvia devoró una salchicha sin que yo descubriese la fechoría. Al llegar la noche, para cenar, tan sólo había sopa de esperanza y frío. Silvia entró en la chabola y vio como su hermano Daniel era azotado por la sucia mano del hambre, la culpa le dio patadas en las tripas hasta que vomitó la carne arrebatada de las fauces de la miseria.

antonioyarjona@gmail.com

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Ilustración de Elian Tuya


Caléndula al alimón

Por Galileo Contreras y Mar Martínez

Pensaba que los pasos odiaban el teléfono y la poesía

el teléfono cuenta los pasos y la poesía las penas

penas compartidas en nuestros pasos

ojalá fuera la vida más que una manzana.

.

La vida en la Gran Manzana es infinita como tus sueños

donde la segunda persona es también la primera

con una flor para cada uno

la manzana del siglo XXI no es manjar de diablos.

.

Cautiva navegas un mar cibernético sin vela ni alas

con tridente y escamas

de pez Neptuno.


Fotografía de caléndula: Galileo Contreras