LLUVIA NOCTURNA

Por Carmen Arriaza

Y como agua de mayo llegó

justo a tiempo

en la tranquilidad, la quietud y el desasosiego

que nos llega sin más

sin previo aviso.

.

El aislamiento, la lluvia, el silencio

todo a la vez

como un aluvión de sensaciones

raciones

porciones de incertidumbre sosegada.

.

El espejo, el diálogo interior, el sol.

Las nubes, el verdor y el sabor de tus besos…

.

Esta primavera inusual,

de trascendental estatus;

nos confronta

nos aumenta

nos ahuyenta.

.

Nos mata por dentro y a la vez nos sumerge

en el miedo.

.

Susurrar de muchos y hablar de pocos.

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Imagen: Flores Imaginarias (acuarela), Carmen Arriaza


PROTERVIA Y LA LUNA

Era aún primavera y Carlos prendió la televisión para ver el noticiero de las 9 p.m. Toda la programación parecía estar basada solamente en el dichoso virus, aquel ser diminuto que había confinado a millones y también enfurecido a algunos que no creían que de hecho existiera.

Después de cenar, no era ya hora de salir, pero Carlos había estado entre aquellas paredes sin fin por varios días y ansiaba respirar hondo y sentir el aire en su cara. Con precaución, bajó las escaleras lo más sigilosamente que pudo, sin poder evitar tropezar contra el rellano en el piso quinto. Ya en la avenida, caminaba despacio y sin pausa, como quien intenta huir sin hacer ruido.

– ¡Oye, gringoo! ¡Vuelve a tu casaa, pendejoo!

Carlos miró a la derecha, de donde parecía provenir la voz, luego a la izquierda, allí la luna brillaba entre nubes que jugaban a rellenar la noche de algodones. La avenida desierta invitaba a un largo paseo. “Qué mala suerte”, se dijo. “Hay nazis en las ventanas, debo regresar a casa”.

Por Mar Martínez Leonard

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Imagen de George Lehmann


El ídolo de plástico o el círculo de Möbius

Por Galileo Contreras Alcázar

Teníamos que considerarlo de carácter urgente, nadie hacía hincapié en la gravedad del problema que nos significaba las toneladas de botellas, bolsas, juguetes y todo tipo de cacharros plásticos a los que éramos adictos. Algo tenía que significar aquella montaña acumulada a un lado del parque en el que de niños jugábamos. Ahora lo sabíamos, quizá era cuestión de tiempo para que termináramos ahogados en una fatal inundación, cada vez más abundante y perniciosa, por todos esos plásticos flotantes que terminaban acumulados, ahí, cerca de nuestras memorias de la infancia, al fin y al cabo nosotros mismos seríamos nuestros propios enterradores, usuarios de él desde los pañales, biberones, suelas, acostumbrados a su fatal y casi inextinguible compañía. Me parece increíble que este envase vaya a vivir más que yo, y así sería sino fuera que ya en el pueblo nos hemos levantado y dado la mano para depurar esa montaña, revertirla y manejarla como lo que es, más que basura memoria, pedazos de cosas con las que hemos vivido y debemos de cargar e ir cambiando, sustituyendo, reciclando. Quien hubiera dicho que ahora la “basura” nos haría más conscientes, más vecinos, más humanos.


Imagen de http://www.ecoticias.com


Remota Posibilidad

Por Antonio Arjona

Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada. Tras el delicado olor de su presencia he oído como se cerraba la puerta del sótano. Quisiera ir y sumergirme en el agua oscura de sus ojos. Pero cómo arriesgarme a perder la otra mano y con ella, la remota posibilidad de poder acariciar su pelo.


MORDAZA

Por Galileo Contreras Alcázar

Algunas veces lo desconocido llega por sorpresa, y eso que mi labor diaria me hizo casi insensible a las movidas más viscerales del entorno, la nota cotidiana es mi vida. Recuerdo la tinta fresca de los diarios al dirigirme al colegio, me quedaba un momento frente al quiosco y respiraba los encabezados más insólitos. Ahí supe qué sería mi vida: llevaría por siempre el estigma de la letra impresa en mi frente, dedicaría mi esfuerzo al trabajo periodístico y aparecería mi nombre en todas partes; un sueño ingenuo, pero a medida que crecía, cada vez más real. Tantas primeras planas me dieron que el oficio se volvió monótono, al fin uno se acostumbra a escribir por obligación. Pero también el curso ordinario de los días se rompe, y lo que sabemos que era la libertad se consume. Entonces, de un momento a otro el oficio se vuelve peligroso y la censura se predispone a costa de los valientes, quien diría que lo que antes era crítica ahora sería alabanza para los que detentan el poder. Mordaza es ahora lo que no supimos cuidar como ciudadanos, pero ¿qué haría yo por publicar lo que ahora me callo?


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