MI VIAJE CON EL GRAN HERMANO – My trip with Big Brother – Il mio viaggio con il fratello maggiore

Por Mar Martínez Leonard

Entramos en el avión. Es una nave regional muy estrecha con sólo tres asientos por fila. Después de abrocharme el cinturón, le echo un vistazo al pasajero del pasillo de la izquierda. De un solo vistazo, veo su pasaporte, una revista de música y un libro grueso de tapa dura, y probablemente ya conozco los tres componentes más importantes de su vida. Me siento cómodamente incómoda. El Gran Hemano nos vigila. Mi compañero de viaje es italiano, toca el bajo eléctrico y adora a Nietzsche. Despegamos. Con la confianza que me concede la corta distancia forzosa, le pregunto: «Perdón, ¿de dónde eres?» Mi compañero de viaje confirma que es de Italia y estudia música. No le pregunto sobre Nietzsche. El avión tiembla. Nerviosamente, tomo una revista de cortesía para calmar mi vértigo. Han escrito en ella por todos lados. Firmado por Holly. Hay listas de objetivos a largo plazo en cada página. Bastante ambiciosos, pienso. De nuevo, la cómodamente incómoda idea de la sociedad del Gran Hermano cruza mi cabeza. Un niño del asiento de alante me está sacando la lengua, pese a las protestas de su madre: «Eso no es agradable, Anthony». ¿Un pequeño monstruo? Puede que nunca llegue a comprender la intensa belleza de la privacidad.    

Traducción de la autora / Primera imagen de Victor Freitas https://www.pexels.com/es-es/@victorfreitas/ Segunda imagen de Galileo Contreras / Tercera imagen de la autora

By Mar Martinez Leonard

We enter the plane. It´s a very narrow regional ship with only three seats per row. I fasten my seatbelt, and take a glance at the aisle passenger to my left. In a single look, I can see his passport, a music magazine, and a thick hardcover book (so I probably already know the three most important components on his life. ) I feel comfortably uncomfortable. Big Brother is watching us. My journey´s partner is Italian, plays bass guitar and adores Nietzsche. We take off. With the confidence that the forced short distance gives me, I ask: ‘Pardon me, where are you from?’ My journey’s partner confirms that he’s from Italy and studies music. I don’t ask about Nietzsche. The plane is shaking. Nervously, I grab a complimentary magazine to calm my vertigo. It’s been written all over. Signed by Holly. His long-term goals listed on every page. Pretty ambitious, I think. Again the comfortably uncomfortable idea of the big brother society crosses my mind. A child in the front seat is sticking his tongue out, despite his mother’s complaints: ‘That’s not nice, Anthony.’ A small little monster? He might never understand the intense beauty of privacy.

Author´s translation / First image by Victor Freitas https://www.pexels.com/es-es/@victorfreitas/ Second image by Galileo Contreras / Third image by the author

Di Mar Martinez Leonard

Entriamo nell’aereo. È una nave regionale molto stretta con solo tre posti per fila. Allaccio la cintura di sicurezza e do un’occhiata al passeggero nel corridoio alla mia sinistra. In una sola occhiata, posso vedere il suo passaporto, una rivista musicale e un grosso libro con copertina rigida (quindi probabilmente conosco già le tre componenti più importanti della sua vita). Mi sento comodamente a disagio. Il Fratello Maggiore ci sta guardando. Il mio compagno di viaggio è italiano, suona il basso elettrico e adora Nietzsche. Decolliamo. Con la sicurezza che mi dà la breve distanza forzata, gli chiedo: «Scusa, di dove vieni?» Il mio compagno di viaggio conferma che è italiano e studia musica. Non gli chiedo di Nietzsche. L’aereo trema. Nervosamente, prendo una rivista gratuita per calmare la mia vertigine. È stata scritta dappertutta. Firmata da Holly. I suoi obiettivi a lungo termine elencati in ogni pagina. Piuttosto ambiziosi, credo. Di nuovo, mi viene in mente l’idea comodamente scomoda della società del grande fratello. Un bambino sul sedile anteriore tira fuori la sua lingua, nonostante le lamentele della madre: «Quello non è carino, Anthony». Un piccolo mostro? Lui potrebbe non capire mai l’intensa bellezza nella privacy.

Traduzione dell´autrice / Prima immagine di Victor Freitas https://www.pexels.com/es-es/@victorfreitas/ Seconda immagine di Galileo Contreras / Terza immagine dell´autrice

VEINTE AÑOS / Twenty years

En el desierto
sembró la democracia de la muerte
sus estrellas blancas.

Allí crecen las flores de amapolas
que decoran las solapas del Corán.

Ya no hay sitio en el desierto
para el águila americana
y sus sueños de opio.

LUNNÁTICO
AFP PHOTO / Noorullah Shirzada (Photo credit should read Noorullah Shirzada/AFP/Getty Images)
The democracy of death
sowed its white stars
on the desert.

The poppy flowers 
that decorate the flaps of the koran grow there.

There is no more room 
on the desert 
for the American eagle
and its opium dreams.

POEM BY LUNNÁTICO
Translation: Mar Martínez Leonard

LAS BALAS Y LA MEMORIA – The Bullets and the Memory

Hoy hemos desayunado una buena rebanada de odio…

Por Antonio Arjona

Hoy hemos desayunado una buena rebanada de odio. Una vez más el fantasma de las balas sobrevuela el territorio de la maltrecha política actual. Lejos de la concordia y la solidaridad, en busca de una sociedad más justa para todos, alimenta el ego de los señores del parlamento que escupen a la cara del otro violencias, no tan lejanas. Violencias que aún marcan la piel y la mirada de nuestros mayores. Hoy, como siempre, la política es indiferencia hacia la vida, circo de los títeres del poder y mucha mala leche contra el pueblo.

Nada sorprendente en este mundo. El odio es longeva costumbre entre los humanos, mas siempre nos pone a la expectativa con el corazón en un puño y el miedo que acecha debajo de la almohada. Asistimos al espectáculo sin que la escena, atroz o infame, nos haga levantarnos de nuestra confortable butaca para tirar las palomitas con rabia y gritar con voz limpia, sin miedo, sin adrenalina ¡basta ya! A los necios de los puños y las pistolas.

La memoria no hay que perderla; es necesario el valor para extirpar todos los venenos de sus entrañas. Tener presentes los crímenes del pasado, como la ponzoña de la serpiente o el arsénico que se transforman en fármaco contra la enfermedad fatal, ese es el trabajo de las mujeres y hombres, que cada día se levantan con el sueño destrozado por la ignorancia y la soberbia uncidas al yugo del trabajo y la obediencia.

Es urgente prestar atención. Hay quienes deberían haber leído más. No son suficientes prólogos, epílogos, reseñas, criticas, solapas o contracubiertas de los libros que caen en nuestras manos, para desbrozar la condición humana. Tampoco nos muestra la raíz del acontecimiento humano la caprichosa oralidad, que hace verdad y nación: lo que me dijo uno, que alguien dijo, que a otro se le ocurrió alguna vez.

Otros tantos, sin embargo, no deberían haber tocado un libro jamás. Para estos la tinta es acicate de sus vilezas que arrojan contra todo lo que no sea su ego y su pocilga. En este habitáculo de miseria son amamantados por el diablo. Sobre el lecho de sus heces, sueñan el odio a los de piel distinta, a las mujeres castigadas por los machos del patriarcado, a los trabajadores mil veces usados que mendigan un trozo de dignidad en los templos de la indigna caridad, a los niños abandonados y explotados en las letrinas de la plutocracia, a los maestros que desvelan las trampas de las doctrinas, a los mayores que ya nos sirvieron y ahora huelen mal y nos entorpecen la juerga y la borrachera de Peter Pan.

Leer es aprender, formarse, instruirse, vivir la dicha y el espanto de otros. Leer no es creer. El creyente, cualquiera que sea su modalidad o tipo, cuando dice sí, entrega su sangre y su cerebro a las bestias de los ismos, entonces ya tan solo es un esclavo que cava su propia tumba. Leer es aventurarse en el fárrago de las palabras, llegar a los lugares que nos acechan en los desiertos del devenir; hundir los pies desnudos en la arena caliente y nueva, disponer las manos y la voluntad para construir el hogar, labrar la tierra, procurar los alimentos, la sanidad, el vigor de las amables escuelas.

Es preciso desmenuzar cada palabra, cada pensamiento, perderse en la tormenta negra de la tinta y en la vorágine que invade los oídos, para encontrarnos en el foro de la vida con nuestras propias palabras y compartirlas con el otro, destruirlas y volver a construir otras. Tan solo llegaremos a ser humanos si vivimos en un eterno entendernos con la empatía como laurel. Acaso, así, las bestias de los ismos, ya desaprendidas, se desvanezcan en el olvido sin que una gota de sangre sea derramada por causa alguna.

antonioyarjona@gmail.com

Imagen 1: Monumento a las víctimas de la Guerra Civil española en el Valle de Jerte

Imagen 2: Collage, Martin O’Neill

By Antonio Arjona

Today we had a good slice of hate for breakfast. Once again, the ghost of bullets flies over the territory of our battered political situation. Far from harmony and solidarity, in search of a fairer society for all, it feeds the ego of the lords of parliament who spit violence, not so distant, on the face of the other. Violence that still mark the skin and eyes of our elders. Today, as usual, politics shows indifference towards life, a circus of the puppets of power and a lot of bad blood against the people.

Nothing is surprising in this world. Hatred is a long-standing habit among humans, but it always does put us on the lookout with our hearts in a fist, and fear that lurks under the pillow. We attend the show, and the scene, atrocious or infamous, does not make us get up from our comfortable armchair to throw the popcorn in anger and shout with a clear voice, without fear, without adrenaline, enough is enough! To fools with fists and guns.  

The memory must not be lost; it takes courage to remove all the poisons from its entrails, bearing in mind the crimes of the past as the snake venom or arsenic that are transformed into a drug against a fatal disease. This is the work of women and men who wake up every day with their sleep shattered by ignorance and arrogance yoked to the bondage of work and obedience.

It is urgent to pay attention. There are those who should have read more. There are not enough prologues, epilogues, reviews, criticisms, flaps or back covers of the books that fall into our hands to clear the scrub of the human condition. Neither the capricious orality does show us the root of the human event that makes truth and nation: what someone told me, what someone said, what someone else ever thought of.  

Many others, however, should have never touched a book. For these, the ink is the spur of their vileness that they now throw against everything that is not their ego and their pigsty. In this habitation of misery, they are suckled by the Devil. On the bed of their feces, they dream of hatred to those with a different skin, to women punished by the males of patriarchy, to the workers a thousand times used, who beg for a piece of dignity in the temples of unworthy charity, to abandoned and exploited children in the latrines of plutocracy, the teachers who reveal the traps of doctrines, the elderly who have already served us and now smell bad and hinder the revelry and drunkenness of Peter Pan.

Reading is learning, training, educating oneself, living the happiness and fear of others. Reading is not believing. The believer, whatever its modality or type, when he says yes, he gives his blood and his brains to the beasts of isms, then he is only a slave digging his own grave. Reading is venturing into the mud of words, reaching the places that lurk in the deserts of becoming, to sink your bare feet into the hot new sand, to have your hands and the will to build the home, till the land, provide food, health, the vigor of friendly schools.

It is necessary to crumble each word, each thought, get lost in the black storm of ink and in the maelstrom invading our ears, find ourselves in the forum of life with our own words and share them with one another, destroy those words and rebuild other words. We will only become real humans if we live in an eternal understanding with empathy as recogition. Perhaps, in this way, the beasts of the isms, already unlearned, might vanish into oblivion without a drop of blood being shed for any cause.

antonioyarjona@gmail.com

Translation: Mar Martínez Leonard

Image 1: Monument to the victims of the Spanish Civil War at Valley of Jerte

Image 2: Collage, Martin O’Neil 

Tener ideas – HAVING IDEAS

Un ideal es como un monstruo, tened cuidado con las ideas que serán los barrotes de la cárcel del pensamiento…

Un ideal es como un monstruo, tened cuidado con las ideas que serán los barrotes de la cárcel del pensamiento, mejor sería desidear, desmarcar, borrar. Nada como no pensar para ser libre, ¿quién dice que una idea se combate con otra idea? ¿y quién dice cuál es la mejor idea? ¿mejor para quién o para qué? A juicio de la verdad no hay mejor idea que no tener ni idea, que combatiendo idea contra idea solo un mar de sangre habrá, y además, ¿no es la idea acaso algo más que un revestimiento puro de prejuicios, un oasis de espejismos, un anacoreta regodeándose con el dios del desierto? Sí, quizá haya un más allá, pero aquí, a quién le importa.

Por Lunnático

An idea is like a monster, so be careful with the ideas that they will be the bars of the prison of thought, it would be better to deinvent, to uncheck, to erase. Nothing like not thinking for being free, who says that an idea is fought with another idea? And who says which is the best idea? Better for who or for what? In truth there’s no better idea than having no idea, that fighting idea against idea will only be a sea of blood, and furthermore, isn’t the idea perhaps something more than a pure coating of prejudices, an oasis of mirages, an anchorite gloating over the god of the desert? Yes, maybe there is an afterlife, but in here, who cares.

Text: Lunnático / Translation; Mar Martínez Leonard

Libertad o mordaza – FREEDOM OR GAG

¿Es la razón lo que nos lleva a la «verdad»? ¿O es la «verdad» un mero planteamiento de la pasión?

Hay que pensar, en lo que respecta las libertades públicas ¿hasta donde puede llegar la posibilidad de plantear una verdad? En caso de que la verdad exista como un hecho innegable de la razón, ¿es la razón lo que nos lleva a la «verdad»? o ¿es la «verdad» un mero planteamiento de la pasión? o ¿hay acaso verdades desnudas de razón y de pasión?, y en caso de que así sea ¿por qué habría de juzgarse la pasión, la razón y la verdad, si en definitiva no son sino la misma cosa?

Texto y fotografías de Lunnático

You must think with regard to public freedoms, how far can the possibility to contemplate a truth go? In case that truth exists as an undeniable fact of reason, is it reason what leads us to the “truth”? Or, is it “truth” a mere contemplation of passion? Or, are there instead truths naked of reason and passion? And if so, should passion, reason and truth be judged, if all in all, they are nothing but the same thing?

Text and pictures: Lunnático / Translation: Mar Martínez Leonard

Ni el primero, ni el último

Los últimos serán los primeros…

Con eso de que los últimos serán los primeros, no es poco decir; en lo fundamental ni el primero ni el último (como yuxtaposición) ya que desde una perspectiva nihilista, solo la nada prevalece, pero decir nada es todo, y entre el todo y la nada surge la creación, el giro del timón, la variable, la incógnita, el estupor.

La no inspiración

Por Daniel Sánchez Centellas

Me quedé en el rincón de una mañana fresca

extasiado en la visión ciega de la punta de un calcetín

pero, para cambiar de tema y no extraviarme en boberías

encontré claridad europea en una fachada sin nombre

iluminada sin calor, anodina en su cierta existencia

en el fondo buscaba síntomas, o algo que me fuera afín

y además buscaba las diferentes clases de reflexión

por supuesto, para que pudiera reflexionar yo

es más fácil este ejercicio de surrealismo e inmanencia

mucho más, que encontrar eso que llaman inspiración.

***

Del poemario «HAY QUE BUSCARLE UN TÍTULO (EL CONTRA-ATAQUE DE LA NO-POESÍA)», Aliarediciones, 2015, p. 23.


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