
Por MAR MARTÍNEZ LEONARD
Hay desprecios dulces
como la brisa del verano.
.
Los hay sutilmente benignos
como el humo de un pitillo
que se aleja un poco
y te acaricia en silencio.
.
Hay desprecios frescos
como una flor y un beso.
.
Pero al final del viaje
se acerca tu desprecio:
ese animal de paso quebrado
que habita furioso
tu cintura azul.
.
Sinuosa, espuria
se enrosca deletérea
en tu mirada gris
mansamente ofreciendo
su veneno.
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Fotografía: Vinicius Terranova